En principio, el color aplicado al exterior de la vivienda, puede ser indiferente, ya que su aplicación y tonalidad no influirán en el interior de la vivienda de forma alguna. Pero cuidado, ya que la elección de un color puede inducir a errores sobre nuestra vivienda.
Una idea curiosa sería la de usar dos colores diferentes, uno de base, usado en los paños de las paredes con una tonalidad clara, y uno de combinación, del mismo color pero con una tonalidad más fuerte, en los pilares y bordes.
En cuanto a los colores interiores, deben combinarse de forma que nos afecten de forma positiva, como sucede con los colores primarios.
En este aspecto, hay que tener en cuenta que los colores de la sala, comedor, estudio y cocina, deban ser colores que combinen correctamente con el mobiliario, por lo que, suele ser recomendable, si la casa es grande y luminosa, una buena opción es pintar estas paredes con colores vivos y alegras, es decir, colores azules, rojos o verdeas.
Por el contrario, si la casa es pequeña o está muy limitada, donde la luz es muy reducida, se deberían usar colores pastel o el blanco, ya que reforzará la luminosidad y evitará que las estancias den sensación de estrechez y oscuridad.
Las habitaciones destinadas al deberían pintarse con colores claros que armonicen e inviten a la relajación y que a su vez, combinen en armonía con el mobiliario. A tal efecto la gama de tonalidad más baja de los colores primarios cumple perfectamente esta función siempre y cuando no se abuse del rojo.
Por último, puntualizar, que además, se pueden producir diferentes efectos con un misma tonalidad pero empleando diferentes técnicas para su elaboración, por lo que el abre de sobremanera el abanico de posibilidades
Daniela Silvina Rocha liked this on Facebook.